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#3 – Reorganización de las fuerzas

El Ejército Constitucionalista no logró su propósito de exterminar la revolución campesina y su Ejército Libertador. El invasor fue derrotado y expulsado de Morelos, pero la ocupación y la estrategia militar de tierra arrasada dejaron una huella indeleble de hambre, miseria extrema y muerte.

El desastre causado por la primera invasión carrancista fue enorme y premeditado. Golpeó las estructuras vitales para la autogestión de las familias, los pueblos y el ejército insurgente: muerte en gran escala, secuestros masivos y casas incendiadas; saqueo de maíz y condiciones de salud severamente agravadas. Mucha gente abandonó los pueblos y los trabajadores del campo tuvieron que dedicar esfuerzos extraordinarios para conseguir los alimentos primordiales. Los ingenios azucareros fueron saqueados y la maquinaria destruida; por ello, las treinta cuatro Fábricas Nacionales de la revolución campesina ya no pudieron reanudar sus actividades productivas. Los ferrocarriles y los telégrafos fueron arrasados y la revolución del sur perdió su capacidad para acuñar moneda y fabricar municiones en Atlihuayán. Todo eso y mucho más ha sido ocultado por el régimen y su historiografía dominante a fin de usurpar la bandera del pueblo y construir el gran artificio de una “familia revolucionaria” y su “revolución constitucionalista”.

El nuevo sistema de dominación emanó de contrarrevolución racista y genocida, más eficaz en el engaño, eso sí. Por eso es necesario considerar, una vez más, la forma como opera la estrategia del engaño, expuesta con claridad por un ex agente de la Agencia Central de Inteligencia estadounidense, reciclado como profesor universitario de historia. El engaño puede parecer lógico y efectivamente coherente si se logra que la información crucial que lo contradice permanezca desconocida y, si esto no se consigue, que es información no se tome en cuenta o que sea analizada a partir de supuestos erróneos.[1]

[…]

El nuevo periodo, 1917-1918, será otra epopeya de la revolución campesina de México; otra vez, para reconstruir la economía, las relaciones sociales y políticas, así como la fuerza armada de los insurgentes.

Gobierno del pueblo por el pueblo

En septiembre de 1916, cuando el Ejército Libertador desplegaba la contraofensiva militar, el general Emiliano Zapata estableció los principios básicos para estructurar la capacidad de acción del pueblo. Ahora, con la derrota y la expulsión del ejército invasor, esa política será puesta en práctica en la zona revolucionaria durante casi dos años (1917-1918).

[…]

La revolución campesina subvertía la pirámide de poder. Las decisiones fundamentales de la vida económica, social y política radicarían en el pueblo, no en los privilegiados y tampoco en la fuerza armada revolucionaria.

[…]

Como tantas veces lo hemos dicho y no cesaremos de repetirlo, la revolución la ha hecho el pueblo no para ayudar a los ambiciosos ni para satisfacer determinados intereses políticos, sino por estar ya cansada de una situación sostenida por los gobiernos durante siglos, y en la que se negaba hasta el derecho de vivir, hasta el derecho de poseer el más mínimo pedazo de tierra que pudiera proporcionarle sustento, con lo que se le condenaba de hecho a ser esclavo en su propia patria, o un miserable pordiosero en la misma sociedad que lo viera nacer.

Por esa necesidad de vivir como hombre libre, por ese imperioso derecho de poseer una tierra que sea suya, ha luchado y luchará hasta el fin el pueblo mexicano.

El general en jefe Emiliano Zapata

Manifiesto al pueblo, Cuartel General de la Revolución, Tlaltizapán, Morelos

20 de abril de 1917

[1] Mark E. Benbow, “All the brains I can borrow: Woodrow Wilson an Intelligence Gathering in Mexico, 1913-1915”, Studies in Intelligence, vol. 51, n. 4, Central Intelligence Agency, Washington, D.C., diciembre 2007, disponible en www.cia.gov; consultado en noviembre 2018.

1 comentario en «#3 – Reorganización de las fuerzas»

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