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Sobre el gobierno de AMLO y la Cuarta Transformación

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Reflexiones para quienes apostamos por desatar la esperanza revolucionaria

Jóvenes ante la Emergencia Nacional

Algo está cambiando en el escenario que acontece la vida de los pueblos en México. Tiempos llenos de contradicciones, difíciles de comprender. Quienes dominan la política y la vida imprimen su visión y relato como si fuese el único. Las opiniones y sentires intentan reducirse a las reglas de un juego predefinido de posiciones que alimentan la dominación, aún cuando algunas de ellas -sobre todo en los nuevos tiempos- parezcan ser opuestas y enarbolen parcialmente las banderas de las y los mas humildes.

Necesitamos comprende los tiempos, las fuerzas en choque y las contradicciones del presente desde un enfoque crítico, más allá de los límites impuestos, que se reducen a “tomar partido” en torno a Andrés Manuel López Obrador ya sea para apoyarlo incondicional e irreflexivamente y rechazar sin ningún análisis cualquier señalamiento en su contra calificando de un artilugio de “la mafia del poder” o a una condena simple que se reduce a considerarlo “más de los mismo” y con ello, sobre todo, tildar de ignorantes o “enajenados” a los sectores populares que le siguen y tiene esperanzas en su gobierno.

Nos mueven las necesidades y sueños de un cambio profundo, radical, de una vida nueva completamente libre, en la que no existan dominaciones. Por eso le damos vital importancia a la comprensión crítica del presente. No tratamos de hacer análisis académicos, sino una reflexión colectiva para ubicar las fuerzas latentes que pueden potenciarse para desatar la esperanza revolucionaria.

En este texto analizamos, en una primera sección, la confluencia contradictoria de las resistencias, la transición desde el gobierno de Enrique Peña Nieto, el papel de Estados Unidos, los cambios profundos de la economía, la oligarquía y las fuerzas armadas que llevaron a la toma de posesión de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) como presidente de México. Se trata sobre todo de ubicar el rol –y sus características- de los elementos en cuestión, compuestos de fuerzas vivas e inmersos en procesos dinámicos. No agotamos aquí el análisis. Los ubicamos y explicamos brevemente, con el fin de darle seguimiento en el devenir de los días.

En la segunda sección analizamos las formas que toman los esfuerzos de la dominación para evitar que todo cambie, para hacer que las fuerzas vivas se conserven en los mismos caudales –a favor de los dominantes- o que, si intentan transformar la realidad, lleven a formas más violentas e intensas de su control.

Finalmente nos concentramos en ubicar nuestros desafíos. En poner en el centro de la reflexión cómo desde el escenario existente tejemos la esperanza, las acciones y procesos que rompan con el juego prestablecido por quienes, encarnando el papel de los injustos de siempre, buscan perpetuar su historia. Una invitación a soñar despiertas y despiertos, a ir abriendo los caminos propios a través de la acción creadora y radical.

I. La confluencia, el escenario.

1. Las resistencias, rebeliones y alzamientos populares en los en los últimos años llegaron a ser cada vez más fuertes, constantes y desplegados por todo el territorio nacional. Sus actores principales no lograron confluir en un proceso unitario. Figuraron madres y padres de desaparecidos por la violencia del narco, grupos de periodistas, jóvenes, intelectuales y comunidades indígenas. Los procesos organizativos de pueblos enteros fueron azotados por la violencia, pero se sostuvieron y profundizaron, aunque no lograron romper con las oposiciones internas que tenían en su seno.1 Por falta de direcciones firmes, su imposibilidad para trazar caminos unitarios y dar un salto político más allá de su poder inmediato, no llegaron a convertirse en un sujeto determinante de cambio.

Constituyen un acumulado potente de transformación radical. Tienen experiencias en diversas formas de lucha, han ejercido formas de gobierno propias o impuestas, tienen experiencias en combates callejeros y en formas de subsistencia autónoma; en su mayoría son poseedoras de sus propias tierras y dominan los espacios físicos y simbólicos sus territorios. Estos procesos representaron una gran amenaza potencial al régimen, pues su radicalidad y permanencia, así como su independencia respecto a los actores políticos convencionales, significaba la posibilidad latente de organizar la rabia popular en caso de operarse un fraude electoral evidente. Muchos de ellos se movilizaron votando en contra de las opciones más visibles del régimen, y sin embargo, contra ellas se centrarán los nuevos proyectos de expansión del capital.

2. Enrique Peña Nieto como cabeza del aparato de Estado logró imponer los cambios estructurales, que requerían las nuevas dinámicas del capital en México. Los gobiernos anteriores no lo habían logrado. Consiguió sostenerse a pesar de la gran crisis internacional que implicó la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, de Tlatlaya, el escándalo de Odebrecht, etc. La imagen del Estado mexicano se sostuvo incólume. El costo político de haber impuesto el último paquete de reformas implicó un vacío de liderazgos, pérdida de figuras de legitimidad y una reconfiguración interna de los partidos políticos que llevó al PRI a una derrota electoral inesperada, pero dentro del terreno establecido por el Estado. Una transición evidentemente pactada, en la que además de sostenerse el pacto de impunidad de la elite, se establecieron los compromisos de no revertir ninguna de las transformaciones estructurales del Estado en pos de la acumulación de capital y en contra de la soberanía nacional.2

3. El gobierno de Estados Unidos, con Donald Trump al frente, amagó con la ruptura de relaciones con México alegando un proteccionismo de Estado frente a las enormes ventajas que algunos empresarios mexicanos habían tomado en el TLCAN. El costo político de la administración de Peña Nieto al invitar a Donald Trump al país siendo aún candidato, se le cobró al candidato “natural” del oficialismo, Luis Videgaray, quien desde entonces se volvió impresentable, aunque siguió moviendo los hilos de la política exterior. El posicionamiento anti-mexicano de Trump favoreció la plataforma “nacionalista” de AMLO. Las pugnas al interior del régimen imperial (entre el presidente de EE.UU. y el Deep State y su gobierno sombra)3 permitieron lo antes impensado: el triunfo de AMLO, no sin ciertas condicionantes. Se firmó el nuevo Acuerdo Estados Unidos, México, Canadá (UMSCA) que continúa la subordinación energética, económica y de seguridad de México frente a Estados Unidos, con la diferencia sustancial que desde México se construyó la idea de que gracias a los políticos mexicanos cercanos a AMLO “nos salvamos de perder ese valiosísimo acuerdo”.

El sostenimiento de una relación “cordial” y “respetuosa”, al mismo tiempo que de dominio e imposición de políticas irreductibles, del presidente de Trump con AMLO, es propia de la dinámica de sostenimiento y expansión del imperialismo estadounidense para con México. El país del norte no permite un cambio de política que rompa con la subordinación y fortalezca la soberanía de México. El control de nuestro país es básico para su sostenimiento como gran potencia y para el control de América Latina y el Caribe, pero ante una relación que históricamente ha estado marcada por guerras y revueltas, la “diplomacia” hacia México resulta vital para no despertar los profundos sentimientos anti imperialistas que se han forjado en la relación bilateral.


AMLO tiene razón al sostener que “la mejor política exterior es la interior”, sin embargo, en una relación de fuerzas tan desfavorable como la que tiene México con el Imperio, resulta imposible la defensa de la soberanía nacional sin una movilización y organización popular que tenga posibilidades reales de impedir la injerencia, que se funda orgánicamente con el Ejército Nacional ante cualquier tipo de ataque y que pueda sostenerse ante escenarios de hostilidad económica. Cuba ha dado lecciones importantísimas a lo largo de 60 años de cómo esto es posible. Pero es evidente que la nueva administración no tiene disposición alguna de desatar una estructura popular de ese tipo, transformar al ejército ni acabar con la oligarquía, por ende, la recuperación de la tan minada soberanía nacional, en los marcos existentes -que AMLO promete no cambiar- resulta imposible. Más que en cualquier otro país de la región, la soberanía nacional resulta imposible sin ser al mismo tiempo anit imperialista.

4. La oligarquía mexicana tuvo la “flexibilidad” de moderar sus ataques contra AMLO. Alfonso Romo jugó un papel muy importante en este tema. AMLO se comprometió a no tocar sus grandes beneficios, sino a desatar procesos de acumulación por despojo y vías de subsidios del Estado a favor de ellos. La alianza clave con este sector se materializará en los grandes proyectos económicos en el sur del país, con las Zonas Económicas Especiales, la expansión de infraestructura, de especulación inmobiliaria-turística y de proyectos energéticos, lo cual implicará una grave destrucción de fuentes de riqueza natural y biodiversidad de nuestro país y un ataque y despojo contra los pueblos y las resistencias que las sostienen. La cancelación del aeropuerto en Texcoco se logró sin grandes confrontaciones, negociando la construcción del nuevo aeropuerto y la ampliación-modernización del de Toluca y Ciudad de México.4 Las tensiones que se ven hasta ahora tienen que ver con las propias de la especulación financiera. A fin de cuentas, por el escenario de polarización social, para los más ricos de México, un Presidente que opere en favor de ellos, pero con un respaldo popular, resulta de gran tranquilidad. Les permite abrir nuevos espacios de acumulación y una renovada imagen para expandir sus negoción en la región.

5. Las Fuerzas Armadas han crecido enormemente en el país. La influencia de Estados Unidos sobre ellas también. Su imagen se desgastó enormemente ante la población civil. Luego de confrontaciones en campaña, AMLO ofreció diversos discursos enalteciendo al Ejército Mexicano por ser pueblo. El sustituto de la Ley de Seguridad Interior (LSI), la Guardia Nacional, implica legalizar la actuación del Ejército en labores policíacas en todo el territorio nacional, concediéndoles incluso su actuación para “prevenir actos antisociales o contra el Estado, llevados a cabo por personas o grupos transgresores de la ley cuya actuación delictiva cae dentro de los previsto por las leyes del fuero común y federal”.5 Hasta ahora no ha tenido tanto rechazo como la LSI, gracias a la labor mediática y discursiva de AMLO. La designación de Luis Cresencio Sandoval González, como Secretario de la Defensa Nacional, si bien rompió con el círculo más íntimo de su predecesor, el Gral. Cienfuegos, se enmarca en la élite del Ejército que ha operado en la “guerra contra el narco” en los últimos 12 años -como denuncia el Gral. José Francisco Gallardo- en especial en las operaciones criminales en Coahuila.6 Además de ser reconocido, obviamente, como un hombre bien visto por Washington.7 La primera petición del Ejército y la Marina al nuevo Presidente ha sido que triplique el presupuesto para ellos a lo largo de su sexenio de 0.49% a 1.5% del PIB .8 El fortalecimiento del Ejército abre camino a un mayor y deliberado poder político de las fuerzas castrenses en la vida civil -sumamente velado pero efectivo durante el extenso periodo de gobiernos priistas- con el posible advenimiento de militares-políticos al estilo Bolsonaro en Brasil.

6. El crimen organizado no ha dejado de ser un elemento importante para la definición del escenario actual. Los descabezamientos de diversos cárteles de la droga en México bajo el gobierno de Peña Nieto reconfiguró el escenario criminal.9 No hay indicios claros de cómo operaron los grupos delictivos en los días de la elección, pero los meses previos convirtieron a la jornada electoral en la más violenta de la historia reciente. En el sexenio peñista se tienen registrados más de 148 mil asesinatos.10 Los primeros días del gobierno de AMLO no muestran ningún cambio. Y por si fuera poco, es posible que una gran parte de los 21 mil 46 militares que abandonaron las Fuerzas Armadas durante el gobierno de Peña Nieto hayan engrosado las filas criminales.11 Luego de más de una decena de años de guerra no convencional-híbrida, con objetivos y fines ilimitados, el poder de fuego de las tropas irregulares del narco tráfico, constituyen de facto una fuerza de ocupación consolidada y en expansión que opera bajo las políticas militares y de supuesto combate de drogas de Estados Unidos en contra de las comunidades de México.

7. Ocurre un cambio profundo en las dinámicas del capitalismo a nivel regional y mundial. Aunque desde la crisis de 2008 empezó a hablarse del fin del neoliberalismo, hoy parece más claro que se está desdibujando el neoliberalismo, al menos como lo conocíamos. Además del triunfo de Trump, la salida del Reino Unido de la zona Euro, el rechazo de las reformas de Renzi en Italia, la campaña de Bernie Sanders para la nominación Demócrata en los EEUU y hasta el triunfo de AMLO podríamos ubicar un cambio político-económico que pone su centro en el rechazo a la globalización gran-empresarial, el neoliberalismo y al establishment político que los ha promovido. Rechazan “la combinación de austeridad, libre comercio, deuda predatoria y trabajo precario y mal pagado” característico del capitalismo financiarizado, lo que según Nacncy Fraser sería el “fin del neoliberalismo progresista”.12

Una posible reformulación del capitalismo que vendría luego del camino minado por el neoliberalismo a re posicionar al imperialismo norteamericano, según dice Carlos Fazio, para arribar a un nuevo consenso pos-Washington,13 en la que México cobra importancia como articulador de la región de un “nuevo” keynesianismo. El nuevo “Plan Marshall” promovido por AMLO se inscribe en esa línea de nueva política económica fortaleciendo el “neocolonialismo de frontera”.14 A esto hay que sumar los reveses que sufrieron las fuerzas “progresistas” en Argentina, Brasil y Colombia, y el nuevo fenómeno migratorio que puede alterar en muchos sentidos las dinámicas de migración y de explotación laboral en Centroamérica, México y Estados Unidos.

Sobre las dinámicas de cambio estructural y su relación con la política se puede comprender que el surgimiento de liderazgos políticos que se adecuan con la necesidad de ajustes en pro del proceso de acumulación de capital, responde a que la determinación de lo económico sobre lo político sólo ocurre en tanto la acción política revolucionaria está ausente, y ella, para ser, necesariamente debe echar burlar el economicismo y plantearse tareas por fuera de la sólo aparente determinación del ser social y su consciencia y del desarrollo lineal y progresivo de la humanidad.

8. En el triunfo de AMLO se condensan los puntos anteriores. Desde el 1 de julio el conjunto de la política mexicana parece estar subordinada a las decisiones y declaraciones de este personaje. Su llegada al gobierno se da por un tejido fino entre parte de la oligarquía, el gobierno de Estados Unidos y el gobierno saliente en el marco de las reglas establecidas para el acceso al gobierno y por una amplísima base social que empujó su triunfo.

Hasta ahora los pasos que ha dado son parte de todo lo que había prometido. No ha habido ningún sobresalto político ni crisis económica. Su línea de acción política se sostiene con los presupuestos de: no cambiar el desmantelamiento constitucional hecho por los gobiernos anteriores hicieron, fortalecer las instituciones y la democracia” existente sin buscar ninguna forma en que ganen protagonismo los sectores populares, respetar a los grupos de poder, sostener su impunidad y abrirles espacios de participación en el nuevo gobierno, sostener las políticas económicas internacionales, favorecer a los más pobres de los marcos establecidos por el asistencialismo Estatal de matriz priista y a través del apoyo Estatal a empresarios, como hace con el programa de primer empleo, en que el Estado entrega mano de obra de modo gratuita a las empresas más ricas de México.

Sobre la composición de su gabinete se dice en lo general que representa un cambio, por haber desplazado a los “tecnócratas” del ITAM. Pero se olvida que su mayoría son políticos profesionales de matriz priista, que han estado ligados a todos los partidos políticos y han ejercido cargos bajo los mandos de los últimos cinco presidentes (en especial los personajes cercanos a Elba Esther Gordillo, Ernesto Zedillo, Osorio Chong, Hugo Eric Flores, Patrocinio González, Manuel Velazco, entre otros). Además de la importante participación de políticos-empresarios que aglutina Alfonso Romo. De modo marginal, existe una representación “civil”, por fuera de esos grupos, que viene de procesos de lucha popular que transitaron a formas institucionales y partidarias. Su gabinete explica los intereses políticos que estarán en el gobierno. Su comportamiento ulterior sólo se podrá definir en el agitado transcurrir de los próximos años y de posibles choques y contradicciones que surjan entre ellos.

Su mandato se alinea a los términos geopolíticos de subordinación a Estados Unidos. Su porpuesta de Plan Marshall es parte de eso, pero en la dinámica de opresión a Centroamérica. Más allá de los programas sociales que le dan legitimidad, sus proyectos se basan en la apropiación-despojo de la tierra y la profundización de la contrarreforma agraria,15 en nuevas formas de economía verde, desarrollo de infraestructura y fortalecimiento de los grupos de seguridad. Su apuesta es sobre todo “sacar del atraso” al sur de México, desatando distintas dinámicas de despojo a las comunidades indígenas y su sostenimiento como objetos de derecho y no sujetos.16 De ahí la importancia de una ceremonia indígena a modo el primero de diciembre (que, además, consumó la cooptación de una parte de las representaciones indígenas legitimas en unión con los “indígenas” que usualmente se “alquilan” para ese tipo de ceremonias políticas).17Las becas y apoyos a los sectores “menos favorecidos” y gestos como la apertura de Los Pinos, junto con algunas medidas innovadoras que seguramente tendrán algunos integrantes de su gabinete, serán de gran impacto social, eso sí: sin salirse de los márgenes que AMLO y las fuerzas dominantes establecieron.

II. Las operaciones de la dominación

Ante el gran desprestigio del régimen, AMLO resultó la opción menos perjudicial para gran parte del pueblo, que se lanzó masivamente a apoyarlo. No estaba en la mente de la gente ninguna posibilidad por fuera de lo establecido (elecciones-legalidad instituida), sino que las “cosas no se salieran de control” ni se pusieran peor que lo que ya estaban. Para la oligarquía, si bien AMLO nunca fue su mejor opción, en la medida que avanzaba la contienda y no lograban que ninguno de sus rivales se acercara a él, optaron por negociar, acotarlo y reconocer su triunfo, pues de no hacerlo, la posible respuesta popular podría generar escenarios incontrolables o de mayor costo político que cualquier cesión que se hicieran por medio de un pacto con el líder de Morena.

Desde el mismo momento de la contienda electoral comenzaron las operaciones para que todo lo que tuvo de subversiva la votación en contra del régimen fuese contenida por el mismo, mostrándose incluso una virtud del mismo. “Civilidad”, “fiesta democrática”, etc. fueron ideas que intentaron borrar de inmediato el alud de violencia y fraudes que han caracterizado a las elecciones en el país (en 2018, pero también antes). En la transición operaron de modo similar: la primera foto de EPN con AMLO en Palacio Nacional y la rueda de prensa de ambos gabinetes mostraban una coadyuvancia en el cambio de poderes, en una democracia que permite la convivencia de proyectos políticos diferentes. El cambio de poderes del primero de diciembre y los siguientes días se sostiene con el mismo relato. Los poderes respetan entre sí sus ámbitos de competencia, cada uno tiene la posibilidad de acotar a los otros y el fantasma del “posible regreso al autoritarismo”contraparte de los “nuevos tiempos” sirve a cualquiera para renegar del pasado (del que son cómplices) y abanderar la promesa del progreso que vendrá.

Existe un consenso entre las fuerzas que dominan el país de que México no puede ir por caminos más radicales (o sea, de justicia social y liberación nacional) que los que ha planteado AMLO. Se habla de un “cambio de régimen” mientras se sostienen las mismas instituciones, las mismas formas de desarrollo, ejercicio y lucha por el poder y la misma relación con el sistema económico. El régimen se renueva y refresca, pues de fondo no ha cambiado nada. Pero la legitimidad de las instituciones y de la democracia se fortalecen. Cualquier transformación al cuerpo constitucional contraria a lo que logró el neoliberalismo es impensable.

El reconocimiento explícito y cínico por parte de todos los actores políticos de que el país está muy mal intenta borrar su propia responsabilidad en el desastre que vivimos. La “verdad histórica” sobre los 43 de Ayotzinapa fue echada abajo ahora hasta el PAN levanta la consigna- para hacer una muestra “ejemplar” de justicia, mientras se ocultan todos los demás crímenes en contra del pueblo. La masacre de Tlatelolco vuelve a ser usada para hablar de un pasado que no tiene ya nada que ver con el presente: viejas manchas que el mismo sistema podrá “limpiar” con algunas comisiones y medidas que no tocarán en nada fundamental al régimen.

Que se repita una y otra vez que el país está muy mal también abona al conformismo y resignación. “AMLO no puede cambiar en seis años lo que hicieron otros en ochenta y tantos” será una idea que se volverá constante como correlato de “quienes lo critican le hacen el juego a la derecha”. La insistencia de lo malo que está el país sirve para que el horror actual sea la medida de cualquier cambio en pro de la gente en materia salarial, de precios, derechos, seguridad, educación, etc. Esto es, la escala de lo demandable no será la de la dignidad humana sino de “lo que no sea tan malo” como el país que recibió el gobierno de la Cuarta Transformación, incluso en un ambiente en que la dignidad se redujo al mero sostenimiento de la vida.

El lugar de la oposición tiene ahora un vacío ciudadano. Los partidos políticos y empresarios intentan operar en la construcción de una oposición, pero hasta ahora no lo logran. Las críticas que son más visibilizadas provienen de sectores liberales y progresistas, sobre todo de ONG´S que cuestionan la Guardia Nacional, las “consultas a modo” y el riesgo de “autoritarismo”, pero en ningún caso surge una opción de política popular contraria, sino las recetas convencionales de las fundaciones financiadas por Estados Unidos, como la USAID, en cuanto a justicia Transicional y los parámetros de la ONU. Una crítica menor, pero con fuerza en redes sociales, es una posición liberal-moralista (aunque esto sea contradictorio) que atañe a cuestiones menores como las “malas palabras” de Paco Ignacio Taibo II o la ausencia de mujeres en el logo del gobierno. Las campañas contra Venezuela en México no corresponden sólo a un acto de política internacional, sino a cerrarle las puertas a un acercamiento con ese gobierno. Otra parte importante de la crítica a AMLO sobre el uso de los símbolos nacionales, la nación y la palabra “pueblo”- que supondría una vinculación con el autoritarismo priista- en la mayoría de los casos esconde un ataque a al arrastre popular de AMLO y que es, en todo caso, el que podía alterar al régimen. No se condena la tradición priista que permea a AMLO y su gabinete, sino el acumulado de defensa de lo patriótico-popular que aún existe en el imaginario social.18

Los sectores de izquierda y de los movimientos sociales se encuentran desubicados, fragmentados y recurriendo a soluciones inmediatas para posicionarse frente a un gobierno que subestiman, pero creen saber cómo enfrentar. Las demandas de transformaciones profundas han quedado desdibujadas. Se reactivan diversos esfuerzos que dicen ser “unitarios” para conformarse como interlocutores importantes frente al nuevo gobierno. Los sindicatos empiezan a movilizarse tempranamente en función de sus intereses cupulares, primero, y en segundo lugar, gremiales -sus representaciones oficiales y sus disidencias compiten presumiendo su cercanía con el nuevo presidente-; confían en que sus vínculos y contactos les permitirán sostener y crecer. Por otra parte, se activa la idea mecánica-dogmática-etapista que a un gobierno “democrático- popular” le sigue en turno la revolución proletaria; se alistan y compiten entre sí para ver cómo ellos guiarán la revolución por venir (por eso empiezan ya las convocatorias a procesos de unidad “socialista” o de “izquierdas”. Algunos se aíslan y exhiben su debilidad y torpeza como el Partido Comunista de México que el tres de diciembre hizo una marcha contra AMLO con la consigna principal “Viva Carlos Marx”; queriendo afirmarse como vanguardias terminan siendo rescatados tan sólo por medios oficialistas, exhibiendo que la primera marcha de oposición a AMLO aglutinó a “al menos 80 personas”.19

Por su parte, el EZLN- CIG – CNI no logra romper el aislamiento y rechazo en su contra por sostenerse opuestos al nuevo gobierno. Lamentablemente, la vieja y falsa acusación de ser un grupo creado por Salinas de Gortari se ha reactivado entre la gente humilde. Su posición política es rescatada y usada para despreciar a los sectores populares que siguen a AMLO y que “erróneamente” se contentan con “más de lo mismo”. Su propuesta de ampliar la resistencia y/o los “consejos de gobierno” a otros sectores, sin disputar el país entero y rechazando una propuesta de cambio nacional, carece además de activistas con capacidad de hacerse pueblo, se sostiene principalmente por grupos sectarios que exaltan como virtud su marginalidad.

Los sectores populares se encuentran esperanzados en el cambio. El impacto simbólico de la toma de protesta en el zócalo, la apertura pública de Los Pinos, el uso del lenguaje común en el discurso del Presidente y los gestos de “sencillez” al viajar en líneas comerciales de aviación, refuerza las expectativas. Late la esperanza de que las cosas sean distintas, o al menos que se sufra menos. Las luchas comunitarias, permeadas por distintas posiciones de izquierda, se mueven aún en la contradicción propia de sus ideas, objetivos máximos y el ambiente popular del que son parte. Aún no queda claro hasta qué punto se reducirán a subordinarse al Estado o tendrán posibilidades de disputarle de frente.

Aunque apenas esté comenzando el gobierno de AMLO el punto central es qué vendrá después de él ¿Se abrirá una sucesión ordenada del cargo? ¿Surgirá un liderazgo capaz de ocupar el lugar que hoy ocupa AMLO? ¿Regresarán con más fuerza los políticos de siempre? A la manera de cuando las cabezas de los cárteles son cortadas ¿Ocurrirá una pelea por el control de las plazas políticas en los próximos años? El poder, dinero y legitimidad que AMLO le está dando a las Fuerzas Armadas ¿les abrirá camino a tomar un rol más fuerte en la disputa por el poder político?

Las respuestas no son simples. Aún falta mucho por ver. Pero lo que ocurre en otras partes de América Latina nos debería servir para reflexionar. Hoy en Argentina, luego de 12 años del gobierno “progresista” de los Kirchner -que llegaron al gobierno luego de la gran crisis del 2001- Mauricio Macri -un empresario ligado a los intereses norteamericanos y dispuesto a reactivar las medidas de ajuste requeridas por los organismos financieros internacionales- gobierna echando abajo todos los alcances sociales del kirchnerismo, en un ambiente en el que crece la violencia y donde la izquierda no logra convertirse en una fuerza que le confronte por fuera de lo establecido por el régimen. En tanto, un gobierno neo fascista encabezado por un militar da los primeros pasos en Brasil para revertir los catorce años de conquistas que Lula Da Silva y Dilma Rousseff implementaron en sus administraciones, y se perfila para destruir los poderosos movimientos sociales, que bajo los gobiernos del PT no lograron convertirse en una fuerza política autónoma con capacidad de aglutinar a los sectores populares.

3. Nuestros desafíos

Este texto pretende alentar la esperanza, aunque de inmediato se pueda pensar que busca lo contrario. Necesitamos comprender mejor cómo operará el nuevo gobierno, el escenario sobre el que se levanta, las contradicciones y pugnas entre los actores políticos. También, desarrollar una mirada aguda sobre la nueva reformulación que va adquiriendo la dominación. Y tener puestas la mira en aquello que hizo al pueblo moverse para empujar la “Cuarta Transformación”.

Tenemos que captar de qué modo el nuevo escenario nos abre la posibilidad de hablar de revolución. Plantear y hacer sentir masivamente cómo debería ser una verdadera cuarta transformación. La politización actual de la gente debe ser tomada como una fuerza para ir más allá, hacer ver que la gente tiene la capacidad de ser gobernante.

Debemos ver cómo aprovechar los pequeños gestos de AMLO que aminoran la subestimación del pueblo para potenciar sus sueños más grandes.

La gente se volcó a la izquierda, pero su vuelco se puede reducir en la simple confianza en el régimen. La gente siente que triunfó. La apuesta no debe ser al fracaso de su triunfo sino en ir más allá, en impactar con la idea de la necesidad de una victoria mayor. Apostar a la desmoralización o a la desilusión es muy grave. Las experiencias históricas nos muestran que por ese camino no van a mejores condiciones políticas.

Entonces tenemos que ayudar a gestar una esperanza radical de cambio que se conecte con el pueblo, que brote desde su lenguaje y radicalidad no para sostenerse como oposición sino para convertirse en dirigente.

En síntesis, el mayor desafío representa dar una batalla cultura que se plantee como ofensiva y que ponga en el centro la necesidad de una nueva política, desde el pueblo, más allá del horizonte abierto por AMLO y verdaderamente opuesta y contraria al régimen.

Para dar la batalla requerimos generar formas atractivas de acercamiento para los sectores populares y opciones concretas para que más personas se sumen a nuestro proyecto. Requerimos crecer y ampliar nuestro grupo de cuadros políticos, en primer lugar, y en consecuencia, nuestra influencia sobre simpatizantes.

México sigue sumergido en el desastre. Reclamar la emergencia nacional y la urgencia de organización es aún una tarea vigente. Sin embargo, no es posible ignorar la esperanza que este nuevo gobierno contagia y que el triunfo de AMLO representa un cambio en la dirección del país –aunque sea mínima y en sobre todo simbólicamente. Por lo tanto, nuestra tarea de creación profunda y original debe estar orientada en pensar cuál es la condición actual que nos aglutine con más fuerza, que convoque a más jóvenes y a distintos sectores sociales a organizarse y luchar por una transformación radical, en que la libertad de todas y todos sea también la de la patria y madre tierra.

1 En todas las comunidades en resistencia existen también fuerzas contrarias a ellas, que operan en función del gobierno, los grupos criminales y las empresas. Una constante de los últimos años ha sido la imposibilidad de reducir esas fuerzas contrarias a las resistencias, en que las luchas no han podido extender su capacidad de influencia o anular las oposiciones, aún en los casos en que hay triunfos. El equilibrio resistencias-dominación en los sectores populares se ha mantenido con pocos cambios, en general por la incapacidad de las luchas para quebrar la unidad de los adversarios y por el constante mantenimientos desde el gobierno de las oposiciones a la resistencia, operando principalmente a través de subsidios y programas “sociales”.

2 Las declaraciones de AMLO sobre no juzgar a los “corruptos del pasado” dominan sobre la propuesta de Consulta Nacional sobre ello. La justicia no puede ponerse a consulta. Exísten declaraciones y claros indicios de un pacto de ese tipo. Véase: https://bit.ly/2Sc30bY. Las decalraciones insistententes de Tatiana Clouthier elogiando al ex presidente Zedillo y separándolo de “la mafia en el poder” demuestran también

3 Según Alfredo Jalife-Rahme, basado en el libro del ex agente de la CIA Kevin Shipp, From the company of shadows, esta triada se debe entender así: EL Deep State está conformado por el complejo militar industrial, los contratistas de espionaje y el Pentágono, Wall Street, la Reserva Federal, FMI, Banco Mundial, Secretaría del Tesoro, mientras “la cúpula del gobierno en la sombra son la NSA (National Security Agency) y la CIA”, al unísono de la Agencia Nacional de Espionaje-Geoespacial (NGA) y la Oficina Nacional de Reconocimiento (NRO), este último controla el Deepstate y al presidente [https://tinyurl.com/y9fa6vd7]. Veáse más sobre la relación Deepstate y Trump en https://ind.pn/2SuN45h; https://bit.ly/2TmIDJY

4 https://tinyurl.com/ycdhybw5

5 https://tinyurl.com/y8t57s4a

6 https://www.sinembargo.mx/10-11-2018/3495711

7 https://tinyurl.com/y6wv54ev

8 https://tinyurl.com/y8t57s4a

9 http://www.milenio.com/policia/reacomodo-15-carteles-genera-oleada-violencia

10 https://actualidad.rt.com/actualidad/296665-pena-nieto-cierra-gobierno-asesinatos

11 Se trata de 9 mil 37 desertores, 755 expulsados por mala conducta, 4 mil 624 a los que se les rescindió o terminó el contrato y 6 mil 630 que solicitaron su propia baja. https://tinyurl.com/y9hse5ms

12 http://www.sinpermiso.info/textos/el-final-del-neoliberalismo-progresista

13 https://www.jornada.com.mx/2018/11/26/politica/015a1pol#

14 Véase también de Carlos Fazio “Plan Marshall e imperialismo de fronteras” [https://bit.ly/2VjIM2F]

15 Consúltese de Ana de Ita y de Magdalena los artículos respectivos: https://bit.ly/2s5Nx2o y https://bit.ly/2s4shtM

16 Léase de Magdalena Gómez: https://bit.ly/2Q23Prz

17 Véase de Luis Hernández Navarro “Bastón de mando y neoindigenismo” [https://bit.ly/2E1HMde].

18 Las críticas de Javier Sicilia sobre el concepto de “pueblo” evidencian la crítica liberal que renuncia la disputa del concepto de forma subversiva y al mismo tiempo comparte un tácito apoyo al proyecto de aeropuerto de Texcoco -ignorando los crímenes en contra de los pueblos de la región- en defensa de una democracia abstracta [De Sicilia el texto: https://bit.ly/2F051Wr y de Ricardo Raphael: https://bit.ly/2LL4dVN].

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