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A 60 años del triunfo de la Revolución Cubana

Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz

La Revolución empieza ahora, la Revolución no será una tarea fácil, la Revolución será una empresa dura y llena de peligros, sobre todo, en esta etapa inicial (…).

Esta vez, por fortuna para Cuba, la Revolución llegará de verdad al poder. No será como en el 95 que vinieron los americanos y se hicieron dueños de esto. Intervinieron a última hora y después ni siquiera dejaron entrar a Calixto García que había peleado durante 30 años, no quisieron que entrara en Santiago de Cuba. No será como en el 33 que cuando el pueblo empezó a creer que una Revolución se estaba haciendo, vino el señor Batista, traicionó la Revolución, se apoderó del poder e instauró una dictadura por once años. No será como en el 44, año en que las multitudes se enardecieron creyendo que al fin el pueblo había llegado al poder, y los que llegaron al poder fueron los ladrones. Ni ladrones, ni traidores, ni intervencionistas. Esta vez sí que es la Revolución.

No creemos que todos los problemas se vayan a resolver fácilmente, sabemos que el camino está trillado de obstáculos, pero nosotros somos hombres de fe, que nos enfrentamos siempre a las grandes dificultades. Podrá estar seguro el pueblo de una cosa, que es que podemos equivocarnos una y muchas veces, lo único que no podrá decir jamás de nosotros es que robamos, que traicionamos, que hicimos negocios sucios… Y yo sé que el pueblo los errores los perdona y lo que no perdona son las sinvergüencerías, y los que hemos tenido son sinvergüenzas (…).

Nunca nos dejaremos arrastrar por la vanidad ni por la ambición, porque como dijo nuestro Apóstol: «Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz», y no hay satisfacción ni premio más grande que cumplir con el deber como lo hemos estado haciendo hasta hoy, y como lo haremos siempre. Y en esto no hablo en mi nombre, hablo en nombre de los miles y miles de combatientes que han hecho posible la victoria del pueblo.

Hablo del profundo sentimiento de respeto y de devoción hacia nuestros muertos, que no serán olvidados. Los caídos tendrán en nosotros los más fieles compañeros. Esta vez no se podrá decir, como otras, que se ha traicionado la memoria de los muertos, porque los muertos seguirán mandando (…).

Los rebeldes no cobraremos sueldo por los años que hemos estado luchando. Y nos sentimos orgullosos de no cobrar sueldos por los servicios que le hemos prestado a la Revolución; en cambio, es posible que sigamos cumpliendo nuestras obligaciones sin cobrar sueldos, porque si no hay dinero, ¡no importa!, lo que hay es voluntad, y hacemos lo que sea necesario.

(…) dije un día que si nos arrebataban los derechos por la fuerza cambiaríamos las escobas por los fusiles (…) Y resultó que tuvimos que cambiarlo todo: los estudiantes, sus libros y sus lápices por los fusiles; los campesinos, sus aperos de labranza por el fusil, y todos tuvimos que cambiarlo todo por el fusil. Afortunadamente, la tarea de los fusiles ha cesado. Los fusiles se guardarán donde estén al alcance de los hombres que tendrán el deber de defender nuestra soberanía y nuestros derechos.

Pero, cuando nuestro pueblo se vea amenazado, no pelearán solo los 30 000 ó 40 000 miembros de las Fuerzas Armadas, sino pelearán los 300 000, 400 000 ó 500 000 cubanos, hombres y mujeres que aquí pueden coger las armas. Habrá armas necesarias para que aquí se arme todo el que quiera combatir cuando llegue la hora de defender nuestra independencia. Porque está demostrado que no solo pelean los hombres, sino pelean las mujeres también en Cuba, y la mejor prueba es el pelotón Mariana Grajales, que tanto se distinguió en numerosos combates. Y las mujeres son tan excelentes soldados como nuestros mejores soldados hombres.

Esta Revolución, compatriotas, que se ha hecho con tanto sacrificio, ¡nuestra Revolución, la Revolución del pueblo, es ya hermosa e indestructible realidad! (…)

Ha llegado la hora de que al fin ustedes, nuestro pueblo, nuestro pueblo bueno y noble, nuestro pueblo que es todo entusiasmo y fe; nuestro pueblo que quiere de gratis, que confía de gratis, que premia a los hombres con cariño más allá de todo merecimiento, tendrá lo que necesita . Y solo aquí me resta decirles, con modestia, con sinceridad, con profunda emoción, que aquí en nosotros, en sus combatientes revolucionarios, tendrán siempre servidores leales, que solo tendrán por divisa servirles.

(Fragmentos del discurso del Comandante del Ejército Rebelde Fidel Castro Ruz. 1ro. de enero de 1959 en el parque Céspedes de Santiago de Cuba)

2 comentarios en «A 60 años del triunfo de la Revolución Cubana»

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